Si hay algo que tenía pendiente era venir a conocer este Museo de Arte en Tigre (MAT). Me parece de película! y me dejó más boquiabierta cuando el Domingo pasado, mi amiga Yésica me invitó a recorrerlo por dentro porque me dijo que había unas muestras imperdibles.
Ni bien bajé de la Estación de Tren salí para la izquierda, crucé el puente y seguí derecho por Lavalle bordeando el Río.
El día estaba bellísimo y Tigre regala postales todo el tiempo.
Pasé a buscar a Yesi y Vero y seguimos caminando unas 10 cuadras más hasta llegar a MAT. La entrada al predio es gratuita e ingresar al Museo cuesta $110 para los que viven en Tigre y $220 para todo el resto.
En este momento se expone Juanito Laguna y Ramona Montiel de Arturo Berni, 2 personajes ficticios que el artista rosarino construyó en base a cosas que vio en el Norte Argentino y otras que vivió dentro de burdeles.
Hay una segunda muestra llamada Fragmentos del Conflicto del artista Ernesto Deira, un poco más fuerte ya que son garabatos y vocetos en lápiz ó tinta china, de imágenes de Vietnam y épocas oscuras de la historia mundial.
La tercer muestra de Planta Baja se llama Arte para el Pueblo, es de Scheimberg, un abogado porteño que decidió junto a su familia que al momento de morir iba a donar sus más de 100 obras adquiridas a lo largo de su vida al Museo de Bellas Artes para que éstas empezaran a circular (y por cuestión de espacio) a distintas Ciudades y todos podamos acceder a estas obras para conocerlas y saber de ellas.
En el piso de arriba hay una obra inquietante y curiosa: un enorme péndulo se mueve sin cesar y jamás toca una copa con agua que se interpone ante él. Es de Pablo Nenflidio y se llama "4,33 metros".
Vale la pena aprovechar las visitas guiadas de los fines de semana y feriados a las 13, 15, 17 y 17:45hs para un profundo conocimiento y datos curiosos.
El broche de oro es la inmensa terraza/pasarela que nos regala una vista increíble al Río y toda su costanera.
Afuera está la muestra Run For The Music de Leandro Erlich (el mismo que le quitó la punta al Obelisco y la trasladó a la explanada del Malba), pero no nos funcionó la indicación que había de correr para activar el sonido...
Horas después salimos del Museo y fuimos en busca de algún restaurante que aún tuviera abierta su cocina para comer una pizza en la vereda pero no tuvimos suerte. Sólo encontramos uno que nos pudo brindar unos tostados calentitos con papas fritas para recuperarnos un poco del hambre y el viento frío que se empezó a levantar.
Eran las 18hs y la Estación de Tren estallaba de gente así que decidimos extender un poco más el paseo y quise entrar al China Town Center donde todo, (como es de costumbre cada vez que vamos a Belgrano) toooodo me llamó la atención.
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