El lugar está inundado de objetos: fotos, cuadros, mensajes en las paredes, un santuario a Evita, un televisor donde se transmiten documentales de Juan Domingo, velas, algunos libros/historietas argentinos. La música es de artistas nuestros y cada tanto, suena la marcha peronista (a prepararse, porque hay que cantarla!).
Un eternauta en la pared nos recuerda al Néstor que se fue y otro mensaje escrito en aerosol le pide Fuerzas a Cristina.
Más atrás se ve una tienda donde hay artículos a la venta (tazas, termos, imanes, DVDs, remeras, postales, fotos, el famoso jarro con forma de pingüino homenajeando a Néstor, etc).
Mientras mirábamos el menú, nos trajeron pan casero con salsas para degustar. El menú como no podía ser de otra manera es bien criollo: locro, pastel de papa, bondiola, osobuco braseado, tablas de fiambres, guiso de lentejas, pollo a la cazadora y así muchos platos más que vienen en porciones abundantes y los precios son más que accesibles.
Están los tragos peronchos (clásicos) y un pequeño sector de vinos de la casa (no muy conocidos) que merecen la oportunidad de probarlos. Nosotros pedimos el Justicialista, un tinto suave, que acompañó perfecto la comida.
De entrada pedimos empanada de osobuco y unas muzzarelitas con filetto.
De plato principal un pastel de papas (bien caliente) y un canelón (enorme) de verdura, mitad salsa blanca, mitad filetto.
Los postres, con sus nombres divertidos: Bouduín de pan, Panqueque Cobos, Mousse Cabecita, Flan Casero, quedaron pendientes porque no-po-dí-a-mos-más.
Para el final, podrán tomarse un té cachamay pa'la digestión o probar el té de coca.
Nos atendieron muy bien, comimos excelente y nos divertimos.
Es un lugar muy interesante para conocer, más allá de cualquier tendencia política. Hay que ir con buena onda y disfrutar de la comida, que de verdad lo vale!
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